Adios Tia Miriam: A tribute to my aunt!

On one of my visits to Guatemala in 1998. Myself, Tia Miriam, and my sister, Flor.

Yesterday was a day filled with both sorrow and deep gratitude. We laid our beloved Tía Miriam to rest. Although tears were shed, hearts were heavy, and there was a deep ache in the silence, there was also a strong current of thankfulness—because every single one of us who gathered today had been touched, inspired, and uplifted by her presence in our lives.

There aren’t enough words to fully capture who she was—but maybe that’s the beauty of a life well-lived. It spills beyond description, written not just in what was said, but in how we were made to feel. Still, I want to share some reflections that truly struck my heart today—reminders of the woman I’ve admired my entire life.

My cousin, her daughter, shared that to describe Tía Miriam, all you need to do is open your Bible to Proverbs 31—the passage about the virtuous woman. Because that was her, she was clothed in strength and dignity. She extended her hands to the poor. She spoke with wisdom and kindness. Her children, grandchildren, and all of us who loved her rose up and called her blessed.

Her son called her the pillar, the flame, the nucleus of our family’s energy. And how true that is. She carried a radiant warmth that brought us together and kept us together. Her generosity was boundless. She loved without judgment, without condition, without needing explanations—just love—pure and simple.

She was stunning, both inside and out. People felt drawn to her wherever she went—to her beauty and the light in her spirit. Her presence made you feel safe, seen, and loved. And she carried that presence everywhere—especially when she traveled, something she loved to do.

Her grandson spoke about her love for travel and how, more likely than not, every single one of us had received a gift from one of her trips. Her luggage was always full—stuffed with presents for her children, grandchildren, nieces, nephews, and friends. And every time she arrived, he said, excitement was in the air. You just knew she had thought of you.

But those weren’t the only gifts she gave. Her presence, her joy, her stories, her wisdom—those were treasures, too. He beautifully reflected on her life as a journey, like a meaningful trip. And then he asked a question that struck a chord:

What will you carry in your luggage? What do you want to be remembered by?

Because that’s the thing, our lives are journeys. And the stuff we pack—our kindness, faith, love, and generosity— is what we leave behind. Those are what people remember. That is our legacy.

Yesterday, we said goodbye to Tía Miriam. But her legacy lives in every hug she gave, every word of encouragement, every moment of laughter, and every life she touched. I will always carry her with me, and I pray to live a life that even slightly reflects the grace and light she brought into this world.

Rest in peace, Tía. You were a gift to all of us. And I am forever grateful.

Adios Tia Miriam, la extrañaremos mucho. ❤️

Traduccion en Español:

Ayer fue un día lleno de tristeza y profunda gratitud.
Despedimos a nuestra querida Tía Miriam. Aunque se derramaron lágrimas, los corazones estaban pesados y había un profundo dolor en el silencio, también se sentía una fuerte corriente de agradecimiento—porque cada uno de los que estuvimos allí fuimos tocados, inspirados y elevados por su presencia en nuestras vidas.

No hay suficientes palabras para describir plenamente quién fue ella—pero tal vez esa es la belleza de una vida bien vivida. Se desborda más allá de las palabras, escrita no solo en lo que se dijo, sino en cómo nos hizo sentir. Aun así, quiero compartir algunas reflexiones que tocaron mi corazón—recordatorios de la mujer que he admirado toda mi vida.

Mi prima, su hija, compartió que para describir a Tía Miriam, solo hay que abrir la Biblia en Proverbios 31—el pasaje sobre la mujer virtuosa. Porque esa era ella: vestida de fortaleza y dignidad. Extendía sus manos al necesitado. Hablaba con sabiduría y con bondad. Sus hijos, nietos, y todos los que la amábamos se levantaban y la llamaban bienaventurada.

Su hijo la llamó el pilar, la llama, el núcleo de la energía de nuestra familia. Y qué cierto es. Ella irradiaba una calidez que nos unía y nos mantenía unidos. Su generosidad no tenía límites. Amaba sin juzgar, sin condiciones, sin necesidad de explicaciones—solo amor—puro y sincero.

Era hermosa, por dentro y por fuera. La gente se sentía atraída hacia ella dondequiera que iba—por su belleza y por la luz de su espíritu. Su presencia te hacía sentir seguro, visto y amado. Y llevaba esa presencia a todas partes—especialmente cuando viajaba, algo que amaba profundamente.

Su nieto habló de su amor por los viajes y cómo, probablemente, todos nosotros en algún momento recibimos un regalo traído de una de sus travesías. Su maleta siempre venía llena—repleta de obsequios para sus hijos, nietos, sobrinos, y amigos. Y cada vez que llegaba, dijo él, se sentía la emoción en el aire. Sabías que había pensado en ti.

Pero esos no eran los únicos regalos que daba. Su presencia, su alegría, sus historias, su sabiduría—también eran tesoros. Él reflexionó bellamente sobre su vida como un viaje, como un viaje significativo. Y luego hizo una pregunta que tocó algo profundo:

¿Qué llevarás tú en tu equipaje? ¿Por qué quieres ser recordado?

Porque esa es la cuestión, ¿no? Nuestras vidas son viajes. Y lo que empacamos—nuestra bondad, nuestra fe, nuestro amor, y nuestra generosidad—es lo que dejamos atrás. Eso es lo que la gente recuerda. Esa es nuestra herencia.

Ayer le dijimos adiós a Tía Miriam. Pero su legado vive en cada abrazo que dio, cada palabra de aliento, cada momento de risa, y cada vida que tocó. Siempre la llevaré conmigo, y oro por vivir una vida que refleje, aunque sea un poco, la gracia y la luz que ella trajo al mundo.

Descansa en paz, Tía. Fuiste un regalo para todos nosotros. Y siempre te estaré agradecida.

Adiós Tía Miriam, la extrañaremos mucho. ❤️